¿Todavía comes el marisco con mayonesa, o con salsa tártara, o con esa salsa chunga que te compras a carretas en el supermercado junto con los cheetos marca blanca que luego no hay cristiano que se quite el colorante naranja

¿Todavía comes el marisco con mayonesa, o con salsa tártara, o con esa salsa chunga que te compras a carretas en el supermercado junto con los cheetos marca blanca que luego no hay cristiano que se quite el colorante naranja de entre las uñas?

Haz el favor de comportarte como un adulto o al menos como un amago, haz el favor de disimular cierto amor propio cuando se te planten en casa los amigos para hablar de sus niños y lo caros que están los carritos, o para llorarte por su último desamor de Tinder mientras te saquean el vino blanco y las cervezas y todo lo que pillen mientras se enjugan las lágrimas virtuales. Acudimos a tu rescate con cinco salsas diferentes pero sencillas, que molan porque te limpiarán los dedos de tanto chupártelos y además le darán un gracejo especial a ese marisquito congelado que guardas para las noches de tele y manta y perspectiva especial. Solo necesitas una sartén o un cazo, y un puñado de ingredientes. En la última propuesta que te hacemos, ni siquiera los cacharros: se preparan en el acto.

 

Salsa de aguacate

Compra un aguacate y un par de yogures. Es un ejercicio sencillo que puedes hacer mientras llenas el carro con los chetos y la pizza congelada con pepperoni radioactivo. Cuando te pongas en la cocina, calcula la misma cantidad de aguacate que de yogur, más o menos. Mezcla todo bien en un cuenco haciendo el cavernícola con un tenedor, o con una batidora si no aprecias desfogarte en la cocina en actitud salvaje. A esa mezcla o gurruño verde claro, añádele una cucharada de mostaza a la antigua (o la que tengas en el frigo muriéndose de aburrimiento), la ralladura de medio limón, el zumo de ese medio limón, sal y pimienta. Y ya está.

Está buenísima con vieiras o con salmón.

Salsa de mango con chile

En una sartén con aceite, sofríe un ajo y media cebolla. Añade la carne de un mango hermoso y remueve. A esa mezcla llamativamente naranja arrójale un chorro de salsa de soja, una cucharada de azúcar moreno y sal (si al probar ves que la necesita). Tritura entonces todo con la batidora y cuela. Sobre el resultado coloca un chile fresco picado. O dos. O los que tolere tu lengua.

También puedes añadir chile seco o adobado en lata en la sartén, junto con el mango, cuando lo estés cocinando todo junto y controlando que el picante no se te desmadre, para luego triturar.

Es perfecta para gambas o langostinos a la plancha.

Grand Krust- 5 salsas fáciles para marisco

Salsa de cítricos

Esta salsa es tan versátil que seguro que te la apuntas para otros platos. En un cazo calienta un vasito de coñac o de fino. Cuando veas que ha evaporado el alcohol, añade el zumo de dos naranjas y el de un limón o una lima (mejor la lima). Remueve y sumerge un trozo de jengibre fresco del tamaño de medio pulgar (si tienes los pulgares pequeños, pues el dedo entero). Vuelca ahora dos o tres cucharadas generosas de un queso cremoso, de untar o similar. Cuanto mejor sea el queso, lógicamente más rico te quedará el conjunto. Cuanto más queso, más espesa saldrá la salsa. Rectifica con sal, pimienta y, si quieres, un pelín de salsa de soja o Perrins. Cuece unos 10 minutos y retira el trozo de jengibre. Sirve en un cuenco y remata con hojas de cilantro, de albahaca o con la yerba que te ponga más bucólico.

De maravilla para mojar mejillones o calamares.

Salsa de Rockefeller

Esta es una variante de la salsa que daba nombre a las famosas Ostras a la Rockefeller, inventadas en Nueva Orleans en homenaje al magnate. En una sartén, sofríe tres tiras de panceta o beicon cortadas en dados, con un ajo y media cebolla, más una lata de anchoas entera con su aceite incluido (las anchoas se desharán). Cuando esté todo doradito, añades un buen puñado de hojas de espinacas cortadas en tiras finas, y un brick pequeño de nata. Dejas cocinar unos diez minutos despacio, y ya está. Es una salsa contundente pero sabrosísima.

Está muy rica con gambas cocidas.

Salsa sobre la marcha

Si quieres apañar el aderezo de tu marisco en cinco minutos, ahí van tres opciones en modo ultravago:

Yogur + rábanos cortados + zumo de medio limón + sal + pimienta negra + cebollino.

Mostaza + miel + chorro de vinagre + eneldo (o sea, la salsa del gravlax danés).

Mayonesa + wasabi + mostaza antigua.

 

Si con todas estas propuestas regresas a la salsa industrial, es que no tienes remedio. Pero te queremos igual, porque sobre gustos ya se sabe que nunca nos podemos avergonzar. Lo importante, al fin y al cabo, es el marisco Grand Krust.

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